La obra forma parte de una compleja instalación escultórica creada por Krištof Kintera, con la colaboración de Richard Wiesner y Rastislav Juhás, para Collezione Maramotti, titulada Postnaturalia. El título es en gran medida explicativo: el escenario en el que se inscribe nuestra experiencia cotidiana como individuos y como comunidad ya no es el del mundo natural. En la llamada "era del cobre", basada en la transmisión de energía e información, Kintera compara la naturaleza con un enorme sistema nervioso; también por eso su proyecto se injerta en diferentes espacios de la Colección como en un organismo vivo. Imágenes, fotografías, notas y dibujos en las paredes, materiales de desecho, eléctricos y electrónicos, alambiques, lámparas, productos químicos son herramientas y objetos del oficio que se convierten para el artista en elementos generadores de una nueva belleza natural. Tomando como modelo la antigua actitud del científico y sus prototipos (maquetas y herbarios guardados en vitrinas en el laboratorio), se cultivan, clasifican y siembran nuevos tipos de plantas en un gran sistema nervioso paravegetal que encuentra espacio en una segunda sala. de la Colección. El "Systemus Postnaturalis" presenta una alfombra sintética de plantas que crece entre una intrincada red de raíces de cobre: tres islas que están conectadas entre sí por caminos que el visitante puede experimentar. La luz, que favorece su crecimiento, también es pilotada artificialmente en el espacio. Kintera se insinúa en el tema de lo "postnatural" con vívidas sugerencias visuales que conduce con un espíritu irónico, lúdico pero también amargo, en el marco de un complejo cuestionamiento social y político de nuestro tiempo, movido por la esperanza de solicitar conciencia. sobre una cuestión de gran actualidad. La relación con la "Naturaleza Natural", el intento de conocer, incluso imaginando, y de ordenar las distintas formas de vida biológica -anclaje a nuestra tradición cultural- son para Kintera un punto de partida que se subvierte provocativamente construyendo escenarios totalmente artificiales. , trabajando y generando nuevos materiales sintéticos y productos de desecho que conforman nuestro hábitat paranatural cotidiano. Una melancólica provocación que induce al deseo de crear escenarios alternativos en los que la ciencia y la tecnología -protagonistas en la construcción de nuestro paisaje físico y de nuestro sistema de relaciones- puedan avanzar en la búsqueda constante de un "nuevo humanismo" en el que el hombre -y no el suma de sus funciones- permanecer sólidamente en el centro y avanzar sin olvidar su identidad, la memoria cultural colectiva en la que se inscribe su existencia y la permanencia de las relaciones reales. ¿Puede entonces el artista sugerir una nueva textura poética a la tecnología en la que no "olvidemos" quiénes somos?