Para la programación de la primavera de 2022, la Fondazione 107 pone en escena a dos fuertes personalidades de la comunidad artística piamontesa: Lucia Nazzaro y Sergio Ragalzi y presenta dos exposiciones personales que, a pesar de estar expuestas en espacios separados, interactúan de manera abrumadora a partir de la elección de la "paleta de colores : blanco y negro, los colores favoritos de ambos artistas pero en particular por el deseo común de desarrollar una investigación con el epicentro del hombre y, por último y probablemente por casualidad, el múltiplo de 12, ambos presentan creaciones de 12 obras.

Lucia Nazzaro presenta un ciclo de obras creadas en 2021/2022, también para ella son 12 obras , en concreto, paneles de 120x120 cm, en los que la artista por primera vez también propone su investigación sobre la figura humana. Mejor, sobre el rostro de la figura humana, insertada en el borde de cada mesa.

Lucia Nazzaro vuelve a hacer arte partiendo del mismo punto donde había interrumpido su camino muchos años antes y vuelve a partir de lo que define como un sueño imposible de realizar tal como lo había idealizado: “el hombre de los ojos de jade”. Frente al acto creativo, se da cuenta de que le es imposible realizar esta obra contemplativa de pura belleza, de belleza absoluta, por el límite, identificado en la imposibilidad de encontrar coincidencia en la realidad y por tanto el amargo desenlace consiguiente. En toda la vida, el hombre se enfrenta al límite pero en realidad no tiene un límite espiritual, matemático o ideológico, puede acercarse al límite o alejarse, puede ser o no ser... simplemente nada. Precisamente. Hacer todo o nada es pura costumbre o aptitud para la mímesis. Lo que hace visible la Nada, para Lucia Nazzaro, es la percepción o el deseo de que sea lo mismo, completamente posible.

En la presentación del límite Lucia Nazzaro parte de los números 0 y 1 para crear geometrías de pensamiento. Construye el cuadrado, idealizado como acontecimiento de la razón y allí inscribe el círculo, el misterio de la espiritualidad. Al inscribir el círculo en el cuadrado "n" veces el hombre se enfrenta a otro límite porque se da cuenta de que, con esa regla, no puede ir más allá de la repetición. No es la respuesta deseada. Debe moverse, negar cualquier punto de vista. Mientras la mirada del hombre, en efecto, se concentra en fijar el punto de partida de este vórtice generado por la repetición infinita del círculo y del cuadrado, se da cuenta de que la posibilidad de un otro lugar lo coloca frente a algo infranqueable que no podemos tocar, ni físicamente ni con razón.