Fondazione 107 presenta dos nuevas exposiciones para la temporada de otoño que se suman a las dos exposiciones individuales de Sergio Ragalzi y Lucia Nazzaro , Il gusto dei canidi , pinturas de Silvia Mei y Geografica, fotografías de Turi Rapisarda.

Acercar la mirada a las obras de Silvia Mei percibiendo el ímpetu matérico que acompaña a cada uno de los lienzos y dejarse fascinar por la policromía ácida de los mismos, significa emprender un viaje a nuestro subconsciente más profundo sin llegar a ser plenamente conscientes de ello. Silvia Mei logra de manera casi totalizadora insinuarse en nuestra mente, pues cada una de las obras expuestas que constituyen el corpus, muestra las neurosis y estados de ánimo de cada uno de nosotros. Como para celebrar un juicio, nos presenta pruebas irrefutables sobre los miedos, las apariencias y las obsesiones que tanto caracterizan a la sociedad actual.

Más que rostros deformados, sonrisas fingidas y personajes fuera de lo común, deberíamos hablar más bien de una figuración de estados de ánimo donde el poder, o mejor aún la arrogancia de su arte, encuentra su origen en la sencillez con la que plasma estas claras sensaciones y donde la misma atracción o ansiedad inicialmente percibida, en realidad proviene del hecho de que somos muy conscientes de las verdades que se nos muestran, con todas sus esperanzas y fragilidades asociadas.

El vínculo empático que así se forma permite sublimar la brutalidad exteriorizada, tendiendo a encontrar una nueva orilla en lo más profundo del alma. Absurdamente, ya no es un malestar que se percibe y decodifica de manera personal, sino un sentido de humanidad en el que el espectro de emociones mostradas se condensa así en una transposición de juicio identificable y compartible, nos acompaña en la introspección, en la la insensatez de la sociedad misma, en las penurias personales, en los miedos atávicos o inducidos, en el juicio de inadecuación, traslada al lienzo las inseguridades actuales, elimina los filtros potenciales desnudándonos a todos y haciéndonos más auténticos, más humanos. (Maurizio Di Palma).