“No es un tema ni un lenguaje lo que une a los cinco artistas presentes en esta exposición. Es más bien la presencia de un espacio de posibilidad dentro de sus obras, que casi siempre se componen de al menos dos elementos, dos o más naturalezas, dos o más imágenes que no son del todo reconciliables entre sí y unidas por un lazo de ambigüedad que a veces se convierte en una clara relación de contradicción. La fuerza emocional de su obra, a pesar de la gran diversidad de sus avances, parece surgir de la vibración de ese espacio generado entre elementos que no pueden superponerse del todo, ni coincidir en una afirmación unívoca, que siguen deslizándose unos sobre otros y reclamando atención. a pesar del otro.

Lo que une a estos cinco artistas es la capacidad de mantener en sus obras el espacio que separa y une múltiples representaciones y de reconocer su superposición en el tiempo, de acoger en el cuerpo de la obra la sombra de la que proceden, revelando la inagotabilidad de las imágenes, su surgimiento continuo y repetido. Una inagotabilidad que es también la conciencia de la pérdida. Con cada aparición algo se aclara y algo retrocede al fondo, desaparece en la oscuridad.

Es el espacio de la dimensión humana el de la contradicción, de la superposición ambigua de los opuestos, donde cada imagen lleva de la mano su sombra, cada palabra lleva consigo la imposibilidad de decir y cada nueva aparición es una separación.

Hablando de un principio de contradicción, colocar estas palabras en el título de una exposición es un juego antinómico, provoca en el lector el instinto de corregir la oración devolviéndola a su formulación aristotélica. El principio que todos conocemos es el de la no contradicción. Y sobre ese principio se basa la construcción del pensamiento sobre el que se asienta la argumentación lógica y la solidez de la ciencia, cuyo progreso ha estado determinado por la exclusión de teorías contrapuestas.