“¡Bienvenido a mi casa! è una fórmula de saludo que busca sintetizar la frase de bienvenida que se encuentra en la casa de Ortega en Bosco y que encierra el concepto de hogar para Ortega”, precisa Simona Spinella. La exposición explora la amistad entre José Ortega y Esteban Villalta, hijo de Mariano Villalta Lapayès, a través de la integración de objetos que imitan y coexisten armoniosamente con la “casa” de José Ortega, su “morada laboriosa” en los Sassi de Matera. El proyecto se ha materializado gracias a la colaboración de Synchronos, empresa cultural que gestiona Casa Ortega, con Patricia Pascual, esposa de Esteban, y los estudiantes del Instituto de Diseño de Matera que han elegido la obra de Villalta como proyecto de fin de curso. 

La casa-laboratorio adquirida por José Ortega en 1974 albergará los objetos y pinturas realizados por Esteban Villalta: un televisor, un teléfono, una jarra, una bota de flamenco, un abanico, una camisa, una cama, experimentan una transformación y pasan de ser objetos de consumo a objetos artísticos. Luego se integran con los complementos de decoración pensados por los artesanos de Matera que han decorado Casa Ortega, creando con todos estos elementos un conjunto que resulta personal. Un pensamiento que remite al pop art, y a la relación con los objetos, - los mitos y símbolos de la cultura popular - y al uso de los medios de comunicación como la publicidad y el cómic.

Las obras pictóricas de Esteban nos transportan directamente a la Pop Art americana, en la tradición de Warhol y Lichtenstein, pero impregnadas de una visión sociocultural propia, con tonos irreverentes, disruptivos, que se manifiestan en el grafiti urbano, fenómeno precursor del Street Art. 

Una Pop Art con curvaturas expresionistas, en la que el color es un componente esencial, al igual que para Ortega. Es esta potencia cromática la que hace oscilar a los personajes de Villalta entre el hiperrealismo del contexto cotidiano y la dimensión fantástica. Sus obras pictóricas son untrises de dos culturas: la romana y la madrileña, entre la “Dolce vita romana” y la “Movida madrileña”.