Para abrir la rica programación de 2025 estará Pastorello con una exposición titulada "Caligrafías". Giovanni Manunta, conocido como Pastorello, es uno de los artistas más capaces y determinantes del panorama artístico contemporáneo en Cerdeña. Pintor puro, en sus paisajes preadamíticos y psicodélicos no transmite mensajes que no estén relacionados con la misma práctica pictórica. De ahí su ambigüedad semántica, su autorreferencialidad y su carácter ajeno y falsamente hospitalario. Para el Museo Orgánico, Pastorello presenta una reescritura caligráfica de la naturaleza y decide asumirla no tanto como sujeto, sino como lenguaje, transformando e aislado elementos orgánicos en signos visuales que remiten a la escritura, al ritmo y a la comunicación. 

A través del medio pictórico, el artista ofrece una lectura metafísica del mundo natural: árboles ancestrales en bosques atemporales, mundos eternamente en proceso, dominados por personajes seductores y fatales, criaturas híbridas mezcladas con historia y mitos. Escribe Ivo Serafino Fenu, curador de la exposición: "La práctica pictórica de Pastorello es simultáneamente un acto de escucha y de transcripción del mundo viviente y cada una de sus obras, como la escritura primitiva, se convierte en un instrumento para conectar lo humano y lo natural, revelando un orden secreto bajo la superficie de lo visible. En una época de desconexión ambiental, recuperar esta visión significa también imaginar una nueva forma de equilibrio, donde el signo, al igual que el hombre, no domina la naturaleza, sino que la interpreta, la repiensa y la transcribe en una forma bella: reescribir la naturaleza es un acto mágico, un acto de responsabilidad, un acto de amor pero, a veces, puede ser un grito punzante de alarma, porque el límite entre el idilio y el apocalipsis es muy fino".

Junto a la exposición de Pastorello, el 1 de junio estará disponible la exposición "Geometrías existenciales" del fotógrafo Francesco Cubeddu. Piloto de parapente y paramotor, se dedica a la fotografía aérea con una predilección especial por los sitios arqueológicos y por el territorio insular en general. Aunque no se considera un artista, logra, con sus imágenes fotográficas, resultados estéticos de una pregnancia poética capaz de concretizar y dar medida a ese sueño llamado Cerdeña. Francesco Cubeddu vuela sobre la tierra ligero y captura imágenes que, trascendiendo su origen fotográfico y, gracias a una perspectiva privilegiada, adquieren una apariencia táctil y pictórica de una sugestión incomparable: el ojo atento del fotógrafo sabe identificar esas texturas del territorio que dan vida a una búsqueda visual desconcertante y deliberadamente ambigua. Son cañaverales y arrozales, huertos de cítricos exuberantes y campos de trigo quemados, tierras recién aradas y áreas sin cultivar marcadas por raras emergencias rocosas o salpicadas de arbustos de matorral mediterráneo, espejos de agua fangosa o extensiones de sal de un blanco deslumbrante. Escribe el curador Ivo Serafino Fenu: "Sería reduccionista circunscribir estas imágenes al ámbito de la fotografía naturalista, aunque de calidad, porque cada fotograma adquiere valores visuales que trascienden el mero dato objetivo y rozan, más bien, los territorios del arte anicónico más noble, con sus meditadas relaciones entre campos cromáticos, sus incrustaciones de formas y sus entrelazamientos de líneas cuyas resonancias se amplifican en los espacios profundos de la interioridad más que en la apariencia de los sentidos".